


Trabajamos en aquello que elegimos nombrar como la clínica de los problemas en el desarrollo; ubicando así que no trabajamos específicamente con determinados diagnósticos, ya que entendemos que el desarrollo singular va más allá de este.
En esta clínica nos encontramos con afecciones que suelen implicarse mutuamente y están íntimamente relacionadas entre sí, variando las presentaciones en mayor o menor grado según la particularidad de cada caso.
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Nos referimos a los trastornos en el lenguaje; las dificultades para establecer lazos con otros y con lo social; y lo inherente a las dimensiones del cuerpo, tanto la apropiación subjetiva del mismo, como también la presencia de afecciones orgánicas.

La experiencia nos demuestra que lo universal es la diferencia, aún frente al mismo diagnóstico; y que los límites con los que nos enfrentamos no responden específicamente a una dificultad de la persona, si no también, del lugar que encuentra para desarrollarse, lugar que depende de otros. Por lo tanto, los límites y dificultades resultan compartidos y a construir según cada persona, familia, y circunstancia.
De esta manera también entendemos que el concepto de discapacidad no es individual, si no social. La existencia de diversas problemáticas puede leerse de otra manera que no implique ubicar a una persona en un lugar deficitario; ya que eso también tiene sus efectos.
Así la propuesta de tratamiento se construye según cada caso, atendiendo tanto a la presencia de las dificultades existentes, los intereses singulares, y la etapa del desarrollo a atravesar, sea la infancia, adolescencia o adultez.